lunes, 3 de marzo de 2008

Hamlet, la mecánica de la locura


Por Mario Junquera

Director de Teatro del Espacio Interior

En 1990 tuve el privilegio de ver un film sobre una puesta de “Hamlet”, la filmación databa de 1980, era de un grupo teatral de la ciudad polaca de Cracovia.

Dieciséis años después, en diciembre del 2006 pude ver de nuevo ese Hamlet polaco.

El “Hamlet” de Cracovia dura tres horas, ni un minuto más. Era alado y transparente, tenso y feroz, moderno y lógico, reducido a un solo problema. Era un drama político total y sin remisión. “Hay algo podrido en el reino de Dinamarca” ese es el primer acuerdo de la nueva actualidad de Hamlet. Luego, sordamente: “Dinamarca es una gran prisión…” y luego los enterradores “el patíbulo está construido más fuertemente que la iglesia…”
El miedo, en el Castillo de Elsinor, lo roe todo: el amor, la amistad. El síndrome del “policía” está dentro de cada hombre, la vigilancia es total, las cartas son interceptadas, las conversaciones escuchadas, los espías trabajan insaciablemente… todos vigilan y son vigilados, el fin, saber qué se trama y quién trama.

En 1980 este “Hamlet” fue representado en Cracovia sin ambigüedad y con una claridad que metía miedo. No cabe duda de que era un Hamlet simplificado. Pero tampoco cabe duda que era un “Hamlet” tan sugestivo que después del espectáculo, al acudir al texto, solo veo allí el drama del crimen político… En la puesta de Cracovia “Hamlet” finge la locura, se oculta fríamente tras la mascara de la locura con el fin de dar un golpe de Estado; Hamlet está loco puesto que, cuando la política elimina todos los demás sentimientos, ella misma se convierte en una inmensa locura…

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