lunes, 28 de junio de 2010

Torgeir Whetal

Acabo de recibir la noticia de la muerte de Torgeir Whetal a causa de un tumor maligno en el pulmón que se le diagnosticó en 2009 y se diseminó rápidamente. Tuve ocasión de conocerlo en Cuba y luego compartir con él una semana de trabajo en el Odin Week; también disfruté de sus elegantes torpezas en su casa junto a Roberta y otros amigos. Que decir la admiración que siento por su trabajo y su dedicación al teatro durante toda su vida. Aquellos que lo conocíamos lamentamos mucho su perdida.

miércoles, 9 de junio de 2010

Algunas "lecciones" molestan

Era previsible que La lección de anatomía del Dr. Tulp tuviera un destino infortunado dentro de la oficialidad de la isla, la cual ha preferido guardar silencio.
Mientras el público se agolpaba en el teatro para entrar en la sala y aplaudía durante varios minutos en las dos funciones que dio en el Festival, el periódico Adelante, órgano oficial del partido, (que debería mejor llamarse "Para atrás") dijo en una escueta nota "que brindaron una bochornosa imagen".
El espectáculo era molesto, lo entendemos. La lección de anatomía del Dr. Tulp habla de cosas silenciadas durante años y programadas al olvido por quienes gobiernan, del dolor de vivir con la mentira, inmersos en discursos anquilosados que ya no engañan a nadie pero que insisten y se mantienen por la fuerza del miedo y de la costumbre; habla del amor por nuestra isla dolida y pisoteada por más de un siglo por la miseria espiritual, la doble moral, el olvido y los sueños de sus gentes apartados hacia ningún lugar; habla de tristeza, de aburrimiento y de hambre, por aquellos que nunda nadie escucha, no por los que van y vienen del extranjero gozando el privilegio de la oficialidad, mostrando ese documento de "artista confiable" o "intelectual integrado".
Habla de lo sucio, de las falsas filosofías, de discursos vacíos e hipnóticos en las plazas. La lección de anatomía del Dr. Tulp invita a la reflexión, invita a un YA, que nos dejen hacer y construir nuestro futuro sin que los gobernantes nos traten como a escolares.
De estas cosas habla sin miedo, sin poesía, de forma cruda y desgarradora. Y aún en medio del silencio oficial destapó la polémica.
Si, entendemos que el espectáculo les molestara.


sábado, 29 de mayo de 2010

La lección de anatomía del Dr. Tulp: vernáculo cubano contemporáneo

Por Mario Junquera


Necesitábamos indagar sobre la herencia teatral cubana sobre aquellas zonas que leídas o escuchadas por los viejos actores nos llenaban de emoción y suspicacia… ¿Qué teatro era aquel que devenido de la Comedia del arte o las zarzuelas españolas movilizaba a espectadores y les hacia divertirse, reflexionar e incidir sobre acontecimientos sociales y políticos de su tiempo con la irreverencia de un artista de la vanguardia? ¿Cómo hallar las raíces de un teatro moribundo fuera de lugar y tiempo? ¿Cómo descontaminar nuestros pensamientos y principios contemporáneos (puro snobismo post-moderno de cultura globalizada) para fijarnos en ese cadáver histórico y risible de nuestro teatro bufo?


La razón la ofreció el propio teatro vernáculo, la irreverencia y también el compromiso histórico y patriótico con nuestro legado cultural, social y político de nuestra Cuba de siempre.

Vernáculo es sinónimo de: domestico, patrio, regional; decidimos entonces encontrar nuestros personajes tipos: El corrupto, La chismosa, El inmoral, El pueblo, El Funcionario. Estos son nuestros nuevos Negritos, Mulatas y Gallegos.


Nuestro contexto sin dudas el Teatro inmerso en su guerra de siempre, extendida esta a toda la nación con la visión puesta en su enemigo de siempre con la permanencia de los gritos, las consignas, los eslogan, los miedos, la pobreza material, la lucha de poder, las mentiras, el esfuerzo, los sueños, la esperanza.

viernes, 28 de mayo de 2010

La clase de Anatomía del Dr. Tulp

Por Mario Junquera

Sobre la mesa de autopsias yace un cadáver, siete cirujanos escuchan la disertación del doctor Tulp sobre las interioridades del organismo humano. Este es el cuadro de Rembrant, pintado a solicitud del Doctor Tulp, en el se nos muestra las peripecias de la investigación médica, la indagación sobre el cuerpo humano y sus misterios físicos. El cuadro nos habla del “eminente” Dr. Tulp y sus discípulos… ¿Pero quién es este insignificante cadáver que yace sobre la mesa?


Es evidente que carecía de familia, incluso de amigos que reclamasen el cuerpo para la sepultura. ¿Quién era este hombre? ¿Un asesino condenado a muerte? ¿Un leproso abandonado? Este cuerpo sería el del señor Nadie, el hombre sin rostro, alguien que no dejó obra alguna, menos aún declaración de ideales. El señor Nadie desnudo y diseccionado en la mesa fría, en un último esfuerzo por dejar algún legado, disfruta del placer de saberse un especimen de laboratorio de utilidad científica. La verdadera razón del cuadro de Rembrant está en el cadáver que yace en la mesa fría, en la sutil averiguación que se permite el espectador, en indagar sobre su identidad y sucesos de vida, en la averiguación sobre esos rincones humanos donde la memoria se confunde con las emociones y pasiones más sublimes y más ridículas.


El señor Nadie ha sido el campeón de la mediocridad, hombre sin ideales que por cobardía o apatía abandonó sus quimeras para olvidarse de sí mismo, hombre incrédulo respetuoso de la ley, vecino ejemplar en su actitud fría y vacía ante el dolor o la pasión ajena, incapaz de superar el color de sus rutinas o su anorexia ideológica; el “señor Nadie pudo tener el oficio de portero de un hotel de segunda o ascensorista de la fiscalía general o director de la compañía nacional de teatro, treinta años de servicio inmaculado, sin días ni noches, sólo la aberración del temor como motivo de existencia.

El señor Nadie siempre fue un ausente de fe, un hipócrita oportunista que sin buscar estuvo en cada sitio por pura causalidad, aceptó por el formalismo rancio de su personalidad… y creyó amar una vez cuando comprobó el éxtasis del orgasmo .

El señor Nadie pudo haberse llamado Alexander y este hombre llamado Alexander pudo creer que la vida es una continuidad finita sobre la cual ni siquiera vale la pena detenerse a meditar.